Informe
Microcefalia: una condición con muchas causas
Se trata de una afección en la cual el tamaño de la cabeza es notablemente menor de lo esperado para el sexo y la edad de la persona. Es una enfermedad rara que se da entre 2 a 12 por cada 10.000 nacidos vivos, con consecuencias variables: el 15% de los afectados puede desarrollar una vida normal, mientras que el 85% restante tiene consecuencias que van de leves a graves. Suele hallarse como derivación de distintos síndromes y enfermedades genéticos, pero también puede producirse por otras causas.
La palabra “microcefalia” significa cabeza pequeña y hace alusión a una característica de algunos bebés que al nacer o en los primeros meses de vida presentan una disminución apreciable del tamaño de su cabeza respecto de lo esperable para su edad, considerando la circunferencia de las partes superior y trasera de la misma.
Ese decrecimiento debe ser de por lo menos dos desviaciones típicas, concepto que implica una fórmula matemática que explica las diferencias en más o en menos que se consideran normales para una determinada clase, puesto que, sobre todo en los seres vivos, se producen variaciones respecto de la media de la especie. En el caso de la Microcefalia se consideran anormales aquellos sujetos que escapan de dichos parámetros respecto del sexo y la edad.
Existen algunos casos en que tal circunstancia ocurre sin hallarse asociada a deficiencia genética alguna (Microcefalia primaria), aunque son mucho más numerosos aquellos que se relacionan con mutaciones hereditarias o no de alguno entre muchos genes cuya alteración puede producirla (Microcefalia secundaria).
Entre las causas ambientales, las más frecuentes que conducen a la Microcefalia se encuentran: fenilcetonuria materna no controlada (defecto congénito que entorpece la capacidad para descomponer el aminoácido fenilalanina); intoxicación con metilmercurio; toxoplasmosis congénita; infección con citomegalovirus; abuso de sustancias como drogas, alcohol y algunos medicamentos; complicaciones del embarazo que impliquen disminución severa del oxígeno fetal; infecciones materno-fetal con rubéola, varicela y otras; diabetes materna; malnutrición de la gestante durante el embarazo; exposición fetal a radiaciones. En ocasiones se debe, también, a la fusión prematura de los huesos del cráneo, lo que impide que este crezca, así como que el cerebro haga lo propio, lo que recibe el nombre de craneosinostosis.
En lo que respecta a los síndromes y trastornos genéticos que la tienen como posible consecuencia, la lista es notablemente larga. Entre ellos, pueden citarse: síndrome de Down, síndrome de Patau, síndome de Edward, síndrome de la Trisomía 22, síndrome de Wolf-Hirschhorn, síndrome del Maullido del Gato, síndrome del Cromosoma 18p, síndrome del Cromosoma 18 q, síndrome de Bloom, síndrome de Borjeson-Forssman-Lehmann, síndrome de Cockayne, síndrome de De Sanctis-Cacchione, síndrome de Dubowitz, síndrome de Licencefalia, síndrome de Meckel-Gruber, síndrome de Men-kes, síndrome de Roberts, síndrome de Seckel, síndrome de Smith-Lemli-Opitz, síndrome de Miller-Dieker, síndrome de Walker-Warburg, síndrome de Coffin-Sins, síndrome de Cornelia de Lange, síndrome de Johanson-Blizzard, síndrome de Langer-Giedion, síndrome de Rubenstein-Taybi, síndrome de Williams, síndrome de Angelman, síndrome de DiGeorge, síndrome de Prader-Willi, síndromeVelocardiofacial, síndrome de Paine, Pancitopenia de Fanconi (reducción de góbulos blancos, rojos y plaquetas en sangre), Hipoplasia Dérmica Focal, Incontinencia Pigmentaria, Enfermedad de Alpers, errores del metabolismo en el recién nacido, desórdenes del metabolismo del ácido fólico, Hiperlisinemia, Acidemia Metilmalónica, síndrome del Alcohol Fetal, síndrome del Aminopterin, síndrome del Tumor Wilms-Aniridia, síndrome de Feingold y otros.
Se han lanzado alertas acerca de que la infección con el virus Zika, que se encuentra en plena expansión pandémica, ha causado alumbramientos de niños con Microcefalia, sobre todo en Brasil, dado que ha llamado la atención de las autoridades sanitarias de dicho país el incremento de casos entre las embarazadas que han padecido tal enfermedad, llegando a detectar más de 4.100 a la fecha. Todavía no hay confirmación por parte de la OMS, aunque se recomienda a las embarazadas que extremen las precauciones en las zonas para evitar las picaduras de su agente transmisor, los mosquitos del género Aedes.
Pese a la extraordinaria multicausalidad, se trata de una enfermedad rara, puesto que solamente afecta a 2 a 12 de cada 10.000 nacidos vivos.
Por otro lado, no existe predominancia de un sexo respecto del otro acerca de su distribución.
En aquellos padres que hayan tenido un hijo o hija con Microcefalia por problemas genéticos, existe un riesgo mayor de que otro u otros presenten la misma patología. Ello depende de distintos factores, es decir, de que ambos progenitores posean el defecto, de que el gen mutado se manifieste como recesivo o dominante y de muchos otros, por lo que se recomienda que se sometan a un estudio genético para determinar la probabilidad de ocurrencia.
Síntomas
Aproximadamente el 15% de las personas afectadas puede llegar a desarrollar una vida normal, aunque la gran mayoría de ellos tiene limitaciones y síntomas que, en algunos casos, llegan a acortar su período vital.
Las diferencias se deben a que existe un amplio rango de compromiso, el que va desde manifestaciones leves hasta las graves.
Al no poder desarrollarse plenamente el cerebro por carecer de espacio, se presenta una serie de problemas neurológicos, que si bien varían cuando esta patología se asocia con los distintos síndromes y enfermedades que se hallan asociadas, generalmente lo que puede esperarse son algunos rasgos comunes a todos ellos, los que comprenden: convulsiones; retraso en el desarrollo (problemas del habla, para sentarse, pararse y caminar, entre otros); inconvenientes con el equilibrio; dificultades para alimentarse; disminución de la vista y/o la audición; retraso mental; tendencia a desarrollar baja estatura y hasta enanismo; distorsiones faciales; deformaciones craneales; hiperactividad, entre otras funciones anormales relacionadas con el cerebro.
En los casos en que la Microcefalia se deba a alguna condición genética, se suman los propios de la enfermedad de base, lo que conforma cuadros sintomáticos complejos.
Respecto de las expectativas de vida, aquellos cuya Microcefalia es muy extrema suelen no llegar al nacimiento, mientras que en los que logran nacer la tendencia es a que vivan menos que los niños típicos, dadas las complicaciones que se presentan, no solamente por esta problemática en sí misma, sino como consecuencia de los peligros que afrontan cuando se adiciona la propia del síndrome o enfermedad con la que cursan.
Diagnóstico
En algunas oportunidades la pequeñez de la cabeza es tan evidente que puede diagnosticarse en el momento mismo del nacimiento. En otras ocasiones se advierte recién después de 24 horas, puesto que, sobre todo los niños que nacen por parto normal, los recién nacidos suelen presentar inflamación craneal por el trabajo de parto, la que tiende a ceder tras el período mencionado.
También puede advertirse su existencia durante el embarazo, a través de una ecografía o de una resonancia magnética, la que debe realizarse a finales del segundo trimestre o a comienzos del tercero, aunque no siempre resulta evidente.
Asimismo, el bebé puede presentar características normales al nacer y luego advertirse que el desarrollo de la cabeza no acompaña el del cuerpo al mismo ritmo. Es por ello que uno de los exámenes típicos de control que se les realizan a los bebés durante el primer año de vida consiste en medir la circunferencia de su cabeza y comparar el resultado con las tablas de lo esperable para la media de la población.
Tras la determinación del diagnóstico se corren las pruebas y los exámenes para tratar de determinar las causas, así como los cursos de acción según la sintomatología que presente el paciente.
Tratamiento
Hasta el presente no existe forma de revertir esta condición, por lo que el tratamiento apunta a mejorar los síntomas, sea por medio del suministro de distintos fármacos para aliviar sus efectos, acompañando, en el caso de la Microcefalia secundaria, los que se suministren para aplacar los correspondientes a la enfermedad basal.
También es necesario, sea ella genética o no, que se complemente la medicación con otras estrategias que ayuden a mejorar el potencial de la persona en lo referido a sus capacidades físicas e intelectuales, tales como terapias del lenguaje, del comportamiento, físicas, ocupacionales y otras, según el estado y la condición de cada una de ellas.
En el caso puntual de Microcefalia porcraneosinostosis, existe un procedimiento quirúrgico que permite la expansión de la cavidad craneana, lo que brinda al cerebro y a la cabeza la posibilidad de continuar creciendo.
Como ya se expresara, esta anomalía se produce por la fusión demasiado temprana de los huesos de la cabeza, que usualmente tarda algunos meses después del nacimiento en realizarse en forma completa, para permitir el desarrollo de continente y contenido.
La operación, que tiene una duración típica de 3 a 7 horas, consiste, básicamente, en abrir en zigzag la parte superior del cráneo desde arriba de una oreja hasta igual zona de la otra, en ocasiones retirando pequeñas porciones de hueso.
Esta cirugía se realiza normalmente entre los 3 y los 6 meses de edad, implica algunos riesgos (infecciones, reacción a los medicamentos que se suministran, daño al tejido cerebral, etc.) y solamente sirve para el cierre prematuro de los huesos de la cabeza, resultando improcedente realizarlo en los demás casos de microcefalia.
Generalmente, este procedimiento obtiene resultados positivos, por lo que la condición del paciente suele evolucionar favorablemente.
Cualquiera sea el curso de acción que se emprenda, según la condición y las necesidades de las personas, la intervención y la estimulación tempranas ayudan para obtener una mejor calidad de vida.
Pronóstico y prevención
Como ocurre en prácticamente todas las enfermedades y síndromes, en cada persona los síntomas se expresan en forma diferenciada.
En ese sentido, en una minoría la Microcefalia prácticamente no tendrá consecuencias, mientras que en la mayoría ellas irán desde manifestaciones leves hasta las extremadamente graves, incluso, aunque excepcionalmente, con riesgo para la vida.
Lo que resulta un hecho incontrastable es que, recurriendo a las estrategias adecuadas para cada uno, es posible atenuar los síntomas y mejorar muchos de los aspectos comprometidos.
Por otro lado, si bien en los casos de Microcefalia secundaria es poco lo que puede hacerse para prevenirla, excepto aquello recomendado para la patología de base (cuando ello existe), en el caso de la primaria sí pueden tomarse determinadas precauciones que minimicen el riesgo. Como ejemplo, si las embarazadas evitan el consumo de ciertas sustancias como el alcohol y las drogas; la exposición a elementos que contengan mercurio; algunos medicamentos que pueden producirla (leyendo los prospectos de los medicamentos y consultando al facultativo en caso de duda); no exponiéndose a infecciones que pueden afectar a su bebé; nutriéndose adecuadamente; si siguen las recomendaciones de los profesionales que atiendan su embarazo, etc., el riesgo es igual al del resto de la población.
Investigación
Dada la variedad de causas, la investigación de la Microcefalia se halla en una etapa en la que, más que tratar de buscar cómo revertirla, se trata de entender cómo se produce y en desarrollar mejores medicamentos para tratar algunos de sus síntomas.
Entre los trabajos que se citan que se hallan en curso en National Institute of NeurologicalDisorders and Stroke (NINDS), de los EE.UU., aparece uno que se centra en un raro síndrome neurometabólico que se produce como consecuencia de la deficiencia de una enzima, la 3-PGDH (3-fosfoglicerato dehidrogenasa), que conduce a la aparición de la Microcefalia con convulsiones, las que, mediante una terapia de reemplazo de aminoácidos, ha logrado, experimentalmente, mejoras importantes.
A su vez, la Fundación Cortical, de Austin, Texas, en los EE.UU., se encuentra desarrollando una batería de herramientas diagnósticas basadas en el secuenciamiento del ADN para detectar tempranamente diferentes anomalías cerebrales, las que incluyen la Microcefalia, como una forma de actuación temprana al respecto, incluso desde el vientre materno, lo que quizás permita en el futuro cercano la implementación de estrategias farmacológicas y/o de otro tipo que permitan superar tal condición o, por lo menos, reducir sus implicancias drásticamente.
En la Universidad de Leeds, en Gran Bretaña, otro grupo de investigadores publicó un paper en el portal universitario en el cual dan cuenta de su trabajo respecto de la Microcefalia primaria.
En este sentido, expresan que es conocido que la alteración del gen MCPH1 (Microcefalina), que se halla presente durante el desarrollo fetal del cerebro, se ha establecido como productor de Microcefalia y también de cáncer ovárico y mamario.
Ello condujo a que se estén realizando estudios para buscar procedimientos que lleven a la reparación de este gen, lo que implica la posibilidad de un tratamiento efectivo para ese tipo de Microcefalia y para distintas variedades de esta clase de cánceres.
También en el Hospital de Niños de Boston, a través de su División de Genética, se desarrollan estudios para determinar cómo y por qué se produce, siendo su objetivo final lograr nuevas terapias que ayuden a disminuir los síntomas y, de ser posible, hallar la cura.
Para finalizar
La Microcefalia es una de las pocas condiciones raras sobre las cuales se buscan respuestas.
La multicausalidad, en el caso de las secundarias, hace que el trabajo sea mucho más lento, puesto que la cantidad de genes implicados es notable.
De todas maneras, siempre es posible mejorar y, en el caso de la primaria prevenir. Aunque al momento no exista cura, toda acción que lleve a una vida más plena debe emprenderse.
<span style="\\"color:" #008000;\\"="">Ronaldo Pellegrini
ronaldopelle@yahoo.com.ar
Fuente: El Cisne
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