Estudio
Autismo e ictericia plantean preguntas sin respuesta
Un importante estudio danés llego a la conclusión de que el autismo es más común en niños que tuvieron ictericia al nacer, pero los investigadores advirtieron que no saben cómo pueden estar relacionadas ambas afecciones y que los nuevos padres no deben alarmarse.
La ictericia leve es bastante común y generalmente inofensiva. Se sabe que la ictericia grave, cuando no es atendida, causa daño cerebral, pero también es poco frecuente y no se ha demostrado que cause autismo. Es posible que los niños genéticamente predispuestos al autismo también puedan ser más vulnerables que otros a la ictericia.
Pero si el autismo y la ictericia están vinculados, el estudio no pudo responder si una de las enfermedades pudo haber causado la otra, dijo Rikke Damkjaer Maimburg, autor principal e investigador de la Universidad Aarhus de Dinamarca.
Maimburg y sus colegas examinaron datos médicos de 733.826 niños nacidos en Dinamarca entre 1994 y 2004. Los resultados del estudio fueron presentados el lunes en línea por la revista Pediatrics.
Más de 35.000 recién nacidos tuvieron ictericia, mientras que el autismo fue diagnosticado en 577 niños. Entre los autistas, casi un 9% tenía ictericia al nacer, en comparación con el 3% de otros niños.
Los estudios anteriores sobre una posible relación entre autismo e ictericia han producido resultados contradictorios.
Los nuevos resultados no deberían asustar a los padres de recién nacidos con ictericia, dijo el doctor Thomas Newman, pediatra y epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco, quien estudió el mismo tema y no encontró ninguna relación.
La ictericia leve puede causar un tinte amarillento-anaranjado en la piel y simplemente indicaría que el hígado del recién nacido no ha madurado totalmente. Los recién nacidos suelen ser examinados en busca de ictericia antes de dejar el hospital y por lo general desaparece en una o dos semanas sin necesidad de tratamiento.
"La ictericia es casi siempre inofensiva", dijo Newman. "La evidencia de una asociación (con el autismo) es débil e inconsistente. No existe evidencia de causalidad", agregó.
El estudio carecía de datos sobre la gravedad de la ictericia, que implica tener niveles elevados de bilirrubina en el cuerpo. La bilirrubina es el pigmento amarillo que se crea cuando el cuerpo recicla los glóbulos rojos viejos. Es procesada por el hígado. Durante el embarazo, el hígado de la madre se encarga de la tarea y a veces los hígados de los recién nacidos toman tiempo para producirla.
El vínculo entre autismo e ictericia no se observó en los niños daneses nacidos prematuramente. Los autores dijeron que el desarrollo del cerebro cerca del nacimiento podría ser más vulnerable a los altos niveles de bilirrubina, pero advirtieron que esas son sólo conjeturas.
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